Por principio, el color es una percepción en
el órgano visual de quien lo contempla. Y esta percepción se da gracias a la
luz, que es una porción de la amplia gama de energía que el sol irradia
constantemente. Podemos ver las cosas que nos rodean, y apreciar su color
porque éstas emiten luz (cuerpos luminosos) o reflejan la luz que reciben
(cuerpos iluminados).
El color es
lo que vemos cuando llega a nuestros ojos la luz reflejada por un objeto. Todo
cuerpo iluminado absorbe una parte de las ondas de luz y refleja las restantes.
Existen numerosas fuentes emisoras de luz (el sol, las lámparas fluorescentes,
incandescentes, el fuego, etc.) y cada una afecta considerablemente la manera
en que percibimos los colores.
La más
importante de las fuentes de luz es el sol. La luz del sol está formada por un
amplio espectro de radiaciones que se agrupan en un espectro continuo que
comprende desde longitudes de onda muy pequeñas (1 picómetro = 1pm, equivale a
la billonésima parte de un metro) hasta longitudes de onda muy grandes (de más
de 1 kilómetro).
Cada longitud de onda visible define un color diferente. El ser humano tan sólo es capaz de visualizar un subconjunto de las longitudes de onda existentes: las que van desde 380 nanómetros (1 nanómetro equivale a una millonésima de milímetro), que corresponden al color violeta, hasta los 730 nanómetros, que corresponden al color rojo. A esta porción de colores que vemos, se le llama espectro visible.
Dependiendo
de la persona y las condiciones del entorno, el ojo humano es capaz de percibir
hasta cerca de un millón de colores.
La suma de
todos los colores (longitudes de onda) da como resultado la luz blanca, siendo
el color negro u oscuridad la ausencia de colores.
FUENTE BIBLIOGRÁFICA:
HUTCHISON, Niels. Documento Música para la medida: En el 300 aniversario de Newton Opticks. Color y Música. 2004. [↩]
GOETHE, Johann Wolfgang von. Teoría de los colores. Colegio Arquitectura Técnica de Murcia, 1992. Madrid – ESPAÑA. [↩]


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